2 de septiembre de 2017

Chiloé y la Historia de la Patagonia

En noviembre de 2016 tuve el privilegio de participar en la XVII Feria del Libro de Chiloé para presentar mi libro "Menéndez, rey de la Patagonia". Además, fui invitado a dar varias charlas a los alumnos y alumnas de los liceos de Castro. Uno de los temas tratados fue "Chiloé y la Historia de la Patagonia". Les compartimos en este blog las imágenes utilizadas en esas exposiciones, que ponen de relieve la tremenda importancia y el enorme protagonismo de las mujeres y los hombres chilotes en la Historia de la Patagonia. Como los de esta fotografía, peones de las estancias María Behety y José Menéndez de Tierra del Fuego, que posan para la cámara en los años 40 del siglo pasado, sonrientes, orgullosos.



La "Tabla Geographica del Reyno de Chile", de 1646, es uno de los mapas más antiguos que se conservan y en el que, en la parte de abajo, aparece dibujada la isla de Chiloé en posición "acostada". Esto se debe a que, para la época, muchos mapas se orientaban hacia el Este, no hacia el Norte. La Tierra del Fuego tiene contornos imprecisos dado el poco conocimiento que se tenía sobre su geografía y sus habitantes, que aparecen dibujados con gran derroche de imaginación.



El 21 de septiembre de 1843 Chile tomaba oficialmente posesión del estrecho de Magallanes. La goleta "Ancud" al mando de John Williams, un marino británico al servicio de Chile, partió de Chiloé con una tripulación compuesta mayoritariamente por chilotes, que formaron además el grueso de los primeros colonos en la Patagonia. Este óleo que representa Fuerte Bulnes, con las nevadas montañas de Tierra del Fuego al fondo, fue pintado por Alessandro Ciccarelli en 1848 y se conserva en el Museo Regional de Magallanes en Punta Arenas.



El 18 de diciembre de 1848 es la fecha oficial de la fundación de Punta Arenas, cuando la incipiente colonia chilena sobre el estrecho de Magallanes se trasladó desde Fuerte Bulnes a su actual ubicación. El nombre se debe a John Byron, que bautizó el lugar como Sandy Point en el siglo XVIII debido a las arenas que acarrea el río de las Minas. Los primeros habitantes fueron un heterogéneo grupo de colonos procedentes de Chiloé, soldados destinados al servicio de armas, relegados con sus familias, marineros varados en tierra, todos ellos verdaderos pioneros que con su trabajo y su voluntad pusieron en pie la ciudad. Los primeros habitantes de Punta Arenas mantuvieron pacíficas relaciones con los Aónikenk, que venían a comerciar a la ciudad. Más tarde llegarían los emigrantes europeos, transformándola en una localidad cosmopolita e universal; españoles, franceses, suizos y sobre todo croatas, a los que les cabe el mérito de haber construido piedra a piedra las calles de la ciudad, en un esfuerzo titánico. Punta Arenas, la hermosa ciudad a orillas del estrecho de Magallanes aparece aquí en una de las fotografías más antiguas que se conservan, tomada por el francés Paul-Émile Miot en 1868.



Los trabajadores rurales, la mayoría Chilotes, estuvieron durante décadas sometidos a un perverso sistema de explotación laboral. Los jornaleros de las estancias eran trasladados en barcos desde Chiloé para trabajar en la esquila, obligados a agotadoras e interminables jornadas de trabajo, hacinados en barracones insalubres, sin asistencia médica, sin poder traer a sus familias. Mientras los grandes terratenientes cobraban en libras esterlinas, a los trabajadores se les pagaba en vales y fichitas de la sociedad ganadera, en lugar de pesos corrientes.


En enero de 1919 en Puerto Natales (Chile) se llevó a cabo una protesta de los obreros del frigorífico, propiedad de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, solicitando una rebaja del coste de los artículos de primera necesidad que suministraban las casas de comercio mayoristas. El administrador de la empresa disparará contra un dirigente sindical, matándolo, y a consecuencia de las escaramuzas con los carabineros morirán seis obreros y cuatro policías. La casa de comercio de Braun & Blanchard es incendiada, acusada de inflar los precios de las mercaderías básicas. Un batallón del ejército chileno y fuerzas de la policía argentina pondrán fin violentamente a la denominada “Comuna de Natales”. Fueron detenidos una treintena de trabajadores, condenados a largos años de prisión debido a las presiones de la empresa, que pedía penas severas para que sirviera de escarmiento a quienes pretendiesen en el futuro soliviantar el orden.



El 27 de julio del año 1920 se produjo el asalto e incendio del local de la Federación Obrera de Magallanes (F.O.M.) en Punta Arenas, provocando una masacre entre los trabajadores que allí se encontraban. El salvaje ataque fue llevado a cabo por las “guardias blancas”, formadas por militares, policías y empleados pertenecientes a la ultraderechista Liga Patriótica y nombradas así en homenaje a los ejércitos zaristas que habían sido derrotados por los comunistas en la guerra civil rusa. Los grandes terratenientes de apellidos "ilustres" respondían así con toda su violencia contra un movimiento obrero que recién comenzaba a organizarse para exigir unas condiciones dignas de trabajo a sus patrones. La historia oficial borró de un plumazo las reivindicaciones obreras y trató de imponer una visión idealizada del pasado, que enseña que los pobres no deben rebelarse contra las grandes fortunas, fulminándose el cuestionamiento del orden desde abajo. Pero las fotografías de la época nos hablan de una lucha digna y valiente de hombres y mujeres que aspiraban nada más y nada menos que a una sociedad mejor.



La legendaria protesta de estos obreros chilotes, que fueron capaces de mirar de frente a sus patrones, y liderar, junto a trabajadores argentinos y europeos, las Huelgas Rurales de 1921 en Santa Cruz (Argentina), figura ya en los anales de la historia del movimiento obrero. Solo la fuerza de las armas los pudo someter. Las justas protestas de los jornaleros terminarán en un baño de sangre, con un millar de obreros asesinados por el ejército argentino sin que las autoridades en Chile, ni civiles ni religiosas, protestaran lo más mínimo. 




Esquiladores, velloneros, campañistas, alambradores, cocineros, domadores, miles de hombres han trabajado a lo largo de la Historia en las estancias de la Patagonia y Tierra del Fuego, lejos de su familia, sometidos a durísimas condiciones de vida y de trabajo, cobrando unos sueldos ínfimos en relación a su tremendo esfuerzo. La fotografía fue tomada por Grégoire Korganow en 2003, y refleja la sabiduría atesorada en ese rostro de hombre curtido por el viento incesante de la Patagonia.



En 1988 el genial fotógrafo holandés Robert Vander Hilst visitó la Tierra del Fuego e inmortalizó a los peones de la estancia María Behety. Entre los fotografiados estaba Pedro Coñocar de Calbuco. En la instantánea el fotógrafo consiguió atrapar una mirada que simboliza a todos los trabajadores rurales de las estancias de la Patagonia, muchos de ellos chilotes. Hombres con las manos partidas a causa del duro trabajo en el campo y el rostro curtido y quemado por el frío viento fueguino, siempre a la intemperie, pensando en la familia que quedó en Chiloé, en otras provincias de Chile o del norte de Argentina. Durante un siglo, con su duro trabajo y sus terribles condiciones laborales, estos hombres contribuyeron a que un puñado de terratenientes se hicieran inmensamente ricos a su costa. La familia Braun-Menéndez llegó a poseer cuatro millones de hectáreas mientras que sus jornaleros ni siquiera tenían derecho a una pensión de jubilación cuando el cuerpo ya no daba para trabajar más. A pesar de que no figuran en los libros de historia, ellos hicieron grande la Patagonia.






A pesar su enorme protagonismo en la colonización y desarrollo de la Patagonia, los hombres y mujeres chilotes han sido deliberadamente excluidos de los libros oficiales, hasta el punto de que en 1997 el geógrafo francés Philippe Grenier escribía: "Su aportación ha sido tan poco digna de atención por parte de la historia "oficial" que incluso una extensa obra como "Historia de la región magallánica" de Mateo Martinic no consagra en sus 1.424 páginas ni un solo párrafo a la aportación de los chilotes a la colonización de la Patagonia; es como si fueran tan comunes como el aire y el agua...". En la imagen, cruces en Caleta Tortel, que recuerdan la muerte en 1903 de más de sesenta trabajadores chilotes que, contratados por la Compañía Explotadora del Baker, detrás de la que se encontraban capitales de poderosos empresarios de Santiago y Valparaíso, fueron abandonados a su suerte sin apenas provisiones durante varios meses. El escritor Mauricio Osorio Pefaur es autor de un excelente libro "La tragedia obrera del Bajo Pisagua. Río Baker, 1906" (Ediciones Ñire Negro, 2015) que rescata la memoria de estos humildes trabajadores chilotes.



La inauguración en 2013 del "Monumento a la Goleta Ancud" en Punta Arenas reparó en parte esta injusticia histórica de olvido del aporte chilote a la colonización de la Patagonia. Sin embargo el proceso no estuvo exento de polémica al proyectarse esculturas de hombres con rasgos nórdicos, parecidos a superhéroes, que nada tenían que ver con la fisonomía de los marineros chilotes que llegaron a Magallanes. La fotografía del monumento ha sido cedida amablemente por los autores del blog "Las aventuras de Rubik".